MI HISTORIA CON LAS ABEJAS AFRICANIZADAS
Por Maria Cristina Barragán Salin
Verano 2008
Lugar del ataque: Rancho La Troje, ubicado en el municipio de Lagos de Moreno,
Jalisco, México
Primero
que nada es importante decir que yo fui apicultora hace más de 20 años. Tuve un
apiario y aprendí el manejo de las abejas y el aprovechamiento de la miel. Esta
experiencia me sirvió para conocer su comportamiento en la colmena y para
aprender a relacionarme con ellas amigablemente. Yo no les tengo miedo a las
abejas aún después del ataque. Lo que hoy tengo, es precaución.
Aquel día salimos a dar un paseo a caballo por los potreros del rancho: una
amiga mía con sus dos hijas (una adolescente de 15 años y una de 9 años), mis
dos hijas (15 y 7 años), dos vaqueros que nos acompañaron y yo. En el trayecto
llegamos a las ruinas de unos molinos de trigo ubicadas en uno de los potreros y
en las cuales desde que yo era niña nos gusta trepar a los niveles superiores de
lo que queda de la construcción para tomarnos fotos.
Como a la una de la tarde, nos bajamos de los caballos y los dejamos a todos
bien amarrados a la entrada de los molinos para que las niñas exploraran y tomar
pues las fotos. Los vaqueros habían ido a buscar unas vacas que estaban
extraviadas. Las dos adolescentes treparon por los restos de un muro interior
para llegar a las ventanas superiores (como 4 metros de alto)...
...En eso yo vi que en el otro extremo de donde estaban ellas, había un enjambre de abejas, no se veía grande, parecía instalado en un hueco de la pared y les pedí con calma que tuvieran cuidado, tomaran las fotos rápido y nos fuéramos para no molestarlas. Todo esto, hablando en voz alta, pero no gritando. Se ve el agujero debajo de la ventana izquierda. Foto por Cristina Barragán. |
En eso empezó el ataque… a todas, las de arriba y las que estábamos abajo
mirando… le dije a mi amiga que se llevara a las chiquitas lejos de ahí mientras
yo ayudaba a las otras que estaban llenas de abejas en la cabeza y el cuerpo y
gritaban desesperadas. Incluso hasta querían aventarse por la ventana. Con
trabajo bajaron … era horrible… las abejas nos picaban por todos lados, en los
ojos, la cara, las orejas, el cuello, los brazos.. no podíamos quitárnoslas de
encima!
A mi hija se le ocurrió gritar “¡Al agua!” y corrimos a meternos a una
acequia (canal de agua de riego) que de pura casualidad estaba corriendo a
unos metros de ahí (de un metro de ancho y no más de 60 cm. de profundidad…)
y nos metimos de un brinco . Así conseguimos que nos dejaran.
La misma acequia, aunque con más agua que en el día del ataque. Foto por Cristina Barragán. |
Cuando hicimos el recuento, nos dimos cuenta de que las más picoteadas eran
las dos adolescentes, mis dos perras schnauzer y yo. A mi amiga solo le
picaron unas 5, a su hijita 3 y a mi chiquita ninguna! La cara de Cristina, hinchada a causa de los piquetes de las abejas. |
Ante esta situación, sin perder la calma, pensé que teníamos que regresar a la
casa pronto porque las niñas estaban muy asustadas y picoteadas… necesitábamos
tomar algo para los piquetes, pero estábamos muy lejos, no podíamos regresar
caminando al rayo del sol, esto aceleraría el efecto del veneno, así que pedir
ayuda por el teléfono celular (mi hija antes de saltar al agua se lo sacó de la
bolsa del pantalón!!!)para que fueran a recogernos en una camioneta. Empezamos a
caminar para seguir alejándonos del lugar, “despacio para no acelerar nuestra
circulación y con ello el flujo del veneno… caminamos como 800 m. hasta que nos
encontró la persona que venía en nuestro auxilio en su camioneta.
Cuando llegó la ayuda, uno de los vaqueros me dijo, que estaban atacando
masivamente a los caballos y no podían quitárselas de encima! Entonces les di
una caja de cerillos que traía el que fue por nosotras, y les dije que
prendieran fuego, que lo único que las ahuyenta es el humo!
Así, llegamos a casa directo a bañarnos (el agua alivia el ardor de los piquetes)
y a todas (incluidas las perras) les dí AVAPENA como antihistamínico y FEBRAX
para alivianar el dolor y la hinchazón. También nos untamos todos los piquetes
con CLORO, un remedio casero conocido.
Cuando más o menos
logré que todas estuvieran calmadas, regresé al potrero para ver si los vaqueros
necesitaban ayuda (habían pasado como dos horas de que inició el ataque). Al
llegar al potrero me los encontré que venían ya de regreso y me dijeron que
había dos caballos muertos!! Yo no podía creerlo! Entonces, nos regresamos a la
casa para atender a los otros caballos que también venían muy picoteados (sobre
todo dos yeguas). Les inyectamos antihistamínico de uso veterinario por
recomendación de un médico zootecnista.
Pasamos una mala noche, lidiando con el malestar de las adolescentes que tenían
fiebre y vómito… también las perras se veían agobiadas… seguimos tratándolas con
Avapena y Fébrax.
Al día siguiente, ya todas “normalizadas”, decidimos regresar a Guadalajara.
Ese mismo día por la tarde nos informaron que una de las yeguas había muerto.
Una de mis perritas murió al día siguiente.
Acercamiento del agujero donde se encontraba el enjambre. |
Dimos aviso a Protección Civil del municipio de Lagos de Moreno quienes
acudieron días después a eliminar el enjambre.
Ma. Cristina Barragán Salin.
Abril 2009
La familia de Cristina en el rancho, en tiempos mejores.
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