Por COMPAS (COMité Para un Ambiente Sano)
En unas culturas no se encuentra más
grande símbolo de suciedad que las suelas de los zapatos, las cuales
ningún ser humano en el planeta pensaría en lamer.
Los zapatos están así de sucios porque las calles están cubiertas con
pequeñas partículas de tierra, pesticidas, hongos, esporas,
fertilizantes, fibras de balatas, orines, escupitajos y vomitada, más
el excremento de caballos, perros, aves, ratas, murciélagos, etcétera.
Además, se encuentra plomo, arsénico, mercurio y otras substancias
carcinogénicas en los 2.5 kilos de partículas lanzadas en el aire cada
hora por una sopladora. En realidad, las cosas que estas máquinas ponen
en nuestras bocas son peores de lo que encuentras en las suelas de tus
zapatos. Muchas horas después de su uso, ese polvo lentamente entra las
casas de todo el vecindario por las ventanas.
Mientras que la
sopladora se inventó para juntar hojas, hoy en día en México se usa
principalmente para fines cosméticos, es decir para dar al suelo un
“look” inmaculado que no dura más que unos minutos.
En el futuro, todos pagaremos el precio del uso frecuente de
sopladoras: enfermedades del sistema respiratorio y del oído.
Las sopladoras producen un nivel de ruido de 70 - 75 decibeles a una
distancia de 15 metros, suficiente para causar verdadero daño al oído.
Para el operador de la máquina es peor: está garantizada la sordera
arriba de 70 decibeles si no protege sus oídos.
Aparte de la suciedad que levanta la sopladora, las emisiones de su
motor son catastróficas. Cada media hora los contaminantes que emiten
los modelos que queman gasolina son equivalentes a los que produce un
coche durante un viaje de 708 kilómetros (California Air
Resources Board).
Dice el Biólogo Francisco León, encargado del Conteo Anual de Aves de
Bosque la Primavera:
“He visto esta problemática de las sopladoras en múltiples zonas en el
país. El resultado siempre ha sido el mismo: las aves que habitan las
zonas subrurales o suburbanas comienzan a descender su presencia, es
decir dejan de habitar esas zonas, anidar o simplemente visitar durante
su migración invernal. Hemos demostrado que aves migratorias
son fieles a ciertos sitios y cambiar sus zonas de invernada puede
hacer que no sobrevivan, por otro lado hay aves llamadas oportunistas
que comienzan a ocupar los nichos que dejan las aves nativas. Este año
en 2013 es más evidente en Pinar de la Venta el aumento de especies
exóticas como la paloma domestica (Columba
livia), el gorrión casero (Passer domesticus)
y por primera vez la presencia de la paloma turca (Streptopelia decaocto).
Estas tres especies no permiten la recolonización de especies nativas
del bosque, lo que conlleva en ocasiones a la desaparición de manera
local de algunas especies.”
El daño que producen las sopladoras en la capa superficial de los
jardines es irreversible ya que se remueve la fina capa de tierra
superior en la cual se lleva todo el intercambio de energía realizado
por millones de microorganismos al alimentarse de detritos y
convirtiéndolos en energía y abono para todas las plantas, lo cual
conlleva a la muerte de las plantas por falta de alimento, lo que nos
orilla a usar tóxicos fertilizantes. Cabe también mencionar el daño que
muchas plantas sufren por la velocidad del viento (equivalente a la de
un huracán) el cual destruye sus hojas con tanta fricción.
Como puede entenderse, desde una infinidad de ángulos, las sopladoras
representan un verdadero daño al medio ambiente y a la
sociedad.
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